EZEQUIEL WOLF

miércoles, 18 de julio de 2012

acá algo más que la puntita



algo que no será tan fácil sacarlo de adentro de una vez y para siempre

algo que entra algo que no sale
algo que te recorre desde el lóbulo
y despacito te entra por los ojos
y sale por la boca enredado en tu lengua
y cuando querés cerrar la boca te das cuenta que no podés
porque hay algo que se metió adentro tuyo,
algo que se despertó,
algo que necesita ser abierto,
algo que exige ser manifestado,
algo que puja, que pide salir, que pide a gritos ver la luz,
incluso con la luz apagada, en pleno sol, de noche bajo un cielo estrellado,
en las puertas del mar bajo una tormenta feroz como esas en las que a uno jamás le gustaría estar
y que preferiría verla por televisión, o al menos del otro lado de la ventana, tapado,
y en una cama con alguien más jugando a encontrar lugares y sensaciones todavía no conocidos del cuerpo de los dos.
-----DE AQUI PARA ABAJO TUVO LUGAR LA TERTULIA
OBRAS COMPLETAS DE CASSANDRA Y DANTE EL 27/06/2012
EN EL SIGUIENTE LINK LA TOTALIDAD DE ESOS TEXTOS http://obrascompletasdecassandraydante.blogspot.com  ------

lunes, 11 de junio de 2012

Habría que medir intensidades*


Parece que Cassandra y Dante tienen decidido no salir de la cama.
Es más, ahora que lo pienso hace varios días ya que me cuesta dar con ellos.
Como si me hubiesen bajado la persiana hasta nuevo aviso.
Qué se yo.

Quizás fui perdiendo cuidado al escribir sobre ellos, y en el entusiasmo me sentí aliado y me perdí, y perdido me dejé ver, y por eso decidieron bajarme la persiana.
Apropósito:
En realidad creo que Cassandra y Dante no me bajaron la persiana para que yo deje de escribirlos, no.
Más bien pienso que Cassandra y Dante decidieron ser ellos actores de una serie de escenas cursis, y que para relaciones mucho más sexuales, más jugosas, más carnosas, más calientes sean otros los que se entreguen.
Pienso que en tiempos de seducción 2.0/3.0 4.0 y vaya uno a saber qué carajo significa eso, ellos prefirieron ser los cursis, los hechizados, los enamorados, los eternos…
Sensación de eternidad: Sentir que nada más que eso que les pasa en ese momento a los dos, es importante.
Es por eso que Cassandra y Dante son eternos por intensidad y no por tiempo.

Hoy en lugar de ventilarlos, simplemente voy a remitirme a contar cómo fue que aparecieron, cómo fue que los conocí, qué de ellos fue lo que me encandiló.

Cassandra y Dante nacieron para mí una tarde de otoño.
Yo estaba sentado en una computadora en una biblioteca a la que por esos tiempos, iba seguido a pasar el tiempo, buscando algo o a alguien, buscando musas descarriadas, voces sin decir, diálogos sinceros, silencios incómodos para terminar una suerte pretenciosa Novela sobre la radio, los ardores, la cursilería, la impotencia, el paso del tiempo, el primer amor a corazón abierto, los gemidos de iniciación, el nacimiento del resentimiento, las primeras borracheras, la perdida de la fe y la resurrección, cuando de pronto los vi entrar a ellos.

Cassandra entró abrigada con un gamulán marrón silbando una canción, y detrás de ella Dante caminaba con la mirada todavía llovida por lágrimas de impotencia y hartazgo – Bueno yo voy a guardar esta piña siempre y cuando vos me prometas que no vas a llorar más así…– le dijo Cassandra a Dante–…pero si así y todo tenés ganas de llorar me llamás y vamos a caminar al lado del río, y una vez allá lo largás todo–.  
Dante la miró a los ojos y ella lo miró también como se miran dos que saben que sólo es cuestión de tiempo. 
Cassandra le prometió que estaría en la entrega de diplomas de él, y Dante retrucó la promesa invitándola a tomar una cerveza.
Tendrían que haber visto cómo se deseaban.
Faltaban un par de días para que se animasen a tocarse y ya se olía ese perfume a sexo, a dos cuerpos desatados haciéndose el amor.
Por eso se tomaron su tiempo porque ellos son así, anacrónicos, atemporales, románticos, intensos, y esa es una de las cosas principales por las que decidí retratarlos y colgué la Noble Novela pretenciosa sobre la radio el amor y el resentimiento.
Porque viéndolos entendí que lo que yo había escrito hasta entonces no había sido más que un ejercicio catártico, la proyección de una suma de miedos e inseguridades que por esos tiempos compartíamos varios de los que frecuentábamos esa biblioteca en la que si había algo que no importaba, eran los libros.

Cassandra y Dante me conmovieron por su sed de verdad.
Cassandra y Dante me hechizaron con su deseo sincero y a los ojos.
Cassandra y Dante me cautivaron con su amor analógico.
Cassandra y Dante me hicieron suyo cuando entendí que lo de ellos trascendía esa posición en la que todos a mi alrededor fingían estar entusiasmados, todos a la vez, porque a ellos dos no les importaba nadie más que ellos dos.
Cassandra y Dante me inspiraron con su intensidad, con esa magia que emanaban deshaciendo el tiempo en relojes de plastilina.

Así que por respeto a ellos dejaré de escribirlos al menos por un tiempo.
Para que no se sientan presos de su libertad física, ideológica, psíquica, filosófica, poética, carnal, simbiótica en tiempos en los que la inmediatez violó a la paciencia, enfermándonos a todos de ansiedad.
Para que no bajen la persiana cuando el amor los haga a ellos, en la cama, o en el suelo, o en el sillón, o en la mesa de la cocina, o en la ducha, o en la puerta del ascensor,o parados los dos en puntas de pie.



domingo, 3 de junio de 2012

Afiebrado, delgado y salvaje mercurio.

‎...y así fue como Cassandra se despertó con un suave golpe en la cabeza. 
Se habían acostado con Dante a ver televisión pero el cansancio acumulado en el aire, el espesor del tiempo a lo largo del día en los ojos, y la comodidad de encajar tan bien físicamente el uno con el otro los relajó hasta dormirlos. 
Dante se durmió sentado con la espalda apoyada en los almohadones que acolchonaban la pared y Cassandra simplemente se desarmó por debajo de su brazo derecho con la oreja apoyada en el costillar derecho de él.
Cassandra abrió los ojos y al ver que Dante ni se había inmutado lentamente y en silencio, se movió por encima del colchón hasta apagar la televisión. 
Dante siempre dice que le cuesta dormir, y que piensa que es necesario para su cuerpo pero a su vez es un férreo militante del no dormir, porque la noche nació para ser vivida y que uno nació para vivir la noche, tal como uno vive el día, en fin para vivir la vida. 
El sol ya acariciaba las paredes de algunos edificios. 
Cassandra volvió a sentarse al lado de él, pero aprovechó para dejarlo caer y apoyarlo en su vientre, lugar donde él siente que percibe los rumores subterráneos de ella. 
Él jamás atinó a despertarse. 
Estaba profundamente dormido. 
Cassandra aprovechó ese momento para transcribirle al castellano una canción de Dylan cambiando Johanna, por Cassandra. 


¿Que por qué traducirle una canción de Dylan en lugar de escribirle algo, sabiendo que lo hace tan bien?
Porque la canción la representa.
Porque la canción es preciosa.
Porque la canción tiene Ritmo.
Porque la canción tiene Armonía.
Porque la canción tiene Melodía.
Porque la canción se la hizo escuchar Dante una vez.
Porque cuando Dante volvió a dibujar trazó un par de líneas en lápiz en diversas hojas y fue Cassandra quien le dijo,–Son todos Bob Dylan–.
Porque a ella no le gustaba Dylan por el simple hecho de pelear a Dante.Uds, saben, gajes del oficio, fricción, no ficción, la no oposición de los sexos opuestos.
Porque con el tiempo ella entendió que la magia de Dylan radica en que no importa si sabe o no cantar, sino en  que para muchos, (y en esos muchos está Dante), Dylan sobrepasa la liviandad de Blowin´ in the Wind, siendo el Shakespeare de su cuerpo, tanto como Shakespeare, es un de los tantos Dylan de la antigüedad.


Y así fue que después de traducir toda la letra Cassandra se levantó para poner Blonde o Blonde, pero en el Playlist ya estaba cargado Blood on the Tracks.
Y así fue que ella apretó el Play y se acostó en el sueño.
Y así fue que Dante se despertó cuando el disco Honestidad Brutal de Calamaro se cayó de la pila de discos estallando contra el suelo.
La respuesta?
Está flotando en el viento.



viernes, 1 de junio de 2012

Vine para aprender


Después de la rumba improvisada en aquella esquina de la ciudad, y en medio de la tormenta desatada, La Florista que se emborracha con Legui salió corriendo con Berni agarrada de la mano.
Berni es un Profesor Titular de Historia que después de tanto años sin ejercer porque como Investigador viajaba por todo el mundo redactando trabajos, ensayos y otras tantas, se dió cuenta que los años como titular iban llegando al fin, y que no quería perderse la posibilidad de enseñar ahora, una vez caminado gran parte del camino. 
–¿Hace mucho que no da clases?– preguntó La Florista mientras él cerraba el paraguas en la puerta de una confitería y ella refregaba los pies contra la alfombra para no empapar el bar anacrónico.
Eligieron la mesa que da a la vereda. Mesa doble con un gran ventanal.
-Es que me gusta poder respirar la lluvia- dijo ella  ya sentada en la silla que da a la puerta y con la espalda apoyada contra la pared.
–Si, hace bastantes años ya que no doy clases. Di clases de pibe. Cuando arranqué fui ayudante, y después ya metido en investigaciones, crecí por concurso dentro de la Carrera, y bueno, una cosa llevó a la otra y entre Concursos, Congresos, Doctorados y esas cosas hice más una especie de carrera diplomática universitaria  docencia propiamente dicha. –
–Qué interesante. –Dijo ella–  ¿Y por qué ahora te picó el bichito?–
–Quizás el tema es que cuando arranqué no me molestaba tanto no enseñar, qué se yo, prefería aprender para mí, acumular saber…– dijo Berni eligiendo milimétricamente cada una de sus palabras y los silencios entre palabra y palabra, tratando de conmoverla –…Pero lo cierto es que ahora con el correr de los años me gustaría más ser docente para alumnos que profesor de profesores como soy hoy. Vine para aprender –.
 La Florista que se emborracha con Legui lo miraba de reojo jugando a no verlo, pero lo escuchaba con quirúrgica atención, Berni pestañeaba.
Cuando sus ojos parecía que iban a chocar él levantaba la cabeza para llamar al mozo de camisa celeste arremangada con botones metálicos, y ella simplemente jugaba a escaparse del aprieto entre las gotas escurridizas de lluvia que chorreaban de las motos estacionadas en la puerta del bar, sobre la vereda.
–Voy al baño–dijo ella y él aprovecho el momento para pararse detrás de ella e ir a la barra, y pidió al encargado dos medidas de legui, y dos sumbarinos.
–Perfecto ya se lo alcanzo–.
Berni estiró el brazo, agarró la jarra de agua, se sirvió en un vaso que había secándose ahí, tosió fuerte y encaró para la mesa.
– ¿Necesita algo más?– preguntó el encargado dándose por aludido.
–No, nada simplemente que no se asuste el vaso de agua lo serví yo –.
–Si lo sé –dijo el encargado –está para eso.
Berni arrancó un par de servilletas y silbó la introducción de una canción.
Canción que habla de los pétalos y de las mismas calles y de los mismos bares.
Porque todos sabemos que siempre es la misma canción, siempre es la misma calle y por supuesto, es siempre el mismo bar.
Hizo un par de bollos con las servilletas hasta que en un par de segundos podía divisarse como los papeles se convertían en pétalos y en tallo.
El encargado se dio cuenta de que lo que el viejo hacía era un regalo para la mujer que estaba en el baño, y al escucharla tararear la misma canción que el viejo silbaba, supuso que ella estaba ya lista para volver a la mesa, por lo que apuró todo sobre la bandeja y se abalanzó en su camino, para que Berni tuviese tiempo de terminar el regalo y esconderlo debajo de la mesa hasta que llegase la mujer.
–Aquí le traigo lo suyo– dijo el encargado mientras detrás de él se escuchaba la voz de la vieja pidiendo permiso para pasar adelante.
Berni giró la cabeza, le guiñó el ojo al encargado, y entonces este se hizo el sorprendido, dio un paso al costado y la dejó pasar a la mujer.
Al llegar a la mesa le pidió perdón a la dama y al caballero también.
Apoyó la bandeja sobre la mesa y dividió el pedido en partes iguales.
Primero el Legui para la dama y después el Legui para el caballero.
Segundo el submarino para la dama y después el submarino para el caballero.
Finalmente apoyó un vaso de vidrio para cada uno y una jarra metálica con agua para los dos.
Con la mano derecha levantó la bandeja que después pasó al brazo izquierdo y con la mano derecha sirvió agua primero en el vaso de la dama y después en del caballero.
Antes de abandonar la mesa les dijo –Que lo disfruten!!! – se fue cantando furioso pétalo de sal, la misma calle el mismo bar" y La Florista continuó -nada te importa en la ciudad si nadie espera…"
Berni estiró el brazo izquierdo sobre la mesa pidiéndole a ella sus manos.
Ella las apoyó por encima de la palma izquierda de él, palmas arriba y entonces él apoyó la mano derecha cerrada con el puño, apretado, sí, pero no lo suficientemente apretado como para dañar el regalo y entonces Berni le dijo. –Soplá– y ella sopló y al soplar Berni abrió la mano y entonces floreció la flor.
Brindaron a su salud y por el ocasional encuentro con las copas de legui.
Acto seguido brindaron cada uno con submarino en mano por la irreverencia de esos dos amantes que los contagiaron a los dos, y así se enredaron entre tazas, copas, vasos, abrazos y besos hasta que el cielo se tiñó de rosa, cuando el sol empezó a levantar al humedad del asfalto y entonces se dieron cuenta que habían pasado la noche juntos cada uno a un lado de la mesa.

jueves, 31 de mayo de 2012

Cuerpos de luz corriendo en pleno cielo


Bajo el cielo que se mueve sin moverse, Dante y Cassandra danzan, bailan y se entregan.
El cielo crece y decrece, nos agobia y nos encapota a todos, a todos nosotros, a los que le tememos al agua, a lo que alguna vez la quisimos, a los que desde siempre jugamos a correr bajo la lluvia.
Nadie en la vereda entiende cómo el cielo empieza a llorar, abriendo así el barril de lluvia, y ellos se agarrados de las manos, toman de una copa, y así el hombre de cristal vuelve a vibrar, y ve como todo, todo, absolutamente todo corre hacia ahora.
La Florista que se emborracha con Legui los mira encantada desde la esquina en diagonal a la parada del colectivo, mientras espera que el coche que está en doble fila se corra de la rampa amarilla de las silla de ruedas, para bajar el chango con las compras, al igual que todos los jueves.
En el entusiasmo, se chorrea de miel al recordar cómo se entregaba al amor cuando tan, o más joven que ellos, esperaba siempre, la espera de los trolebuses con lluvia, para bailar una rumba, danza del apareamiento.
Cassandra lo agarra de la mano izquierda con su mano derecha.
Dante la toma con su mano derecha de la cintura y se rozan, se chocan las pelvis y frotan sus panzas sin miedo a quedar pegados, jugando a encastrar, encantados, encantándolo todo.
Sacuden las caderas para afuera.
Bailan.
Encantadores encantados que cantan la canción que suena en sus cabezas y todos los miran y los ven, son el centro de la escena en una esquina de la ciudad.
La llovizna se vuelve cada vez más espesa, las gotas que del cielo caen pero se deshacen a su alrededor, como una burbuja, antes de tocarles la cabeza.
Berni pasa por esa esquina con un taxi porque está llegando tarde a dar clase, relee en el colectivo con la cabeza apoyada sobre el vidrio empañado ese texto de Julzar que habla del aplastamiento de las gotas, y no puede creer lo sexuales que son.
Tan sexuales son que al llegar a la otra esquina se baja del colectivo casi en marcha y corre hacia la esquina para ver si son de verdad, si todavía siguen ahí, y entonces la ve detrás a La Florista que se emborracha con Legui y va hasta ella, la corteja, la invita a bailar y pidiéndole permiso, arranca una flor del ramo y se la entrega de rodillas.
Y mientras los veo, mis dedos acelerados como tarántulas saben que la humedad es lo único que mata, saben que la tempestad no siempre es tormenta y saben que la intensidad es la única medición válida, y mis ojos se humedecen cada vez más al verlos y entonces aprieto los ojos con fuerza, para respirar hondo por la nariz, y declararme ya profundamente dentro de la escena, y la lágrima cae de de mi ojo derecho, chorrea por la mejilla hasta reventarse contra el pulgar de mi mano derecha, responsable de darme aire al escribir, y justo cuando todos estaban a punto de besarse, el cielo se ilumina con un rayo, el silencio que antecede al trueno lo vuelve más ensordecedor y todos, todos, incluso ellos dos, Cassandra y Dante, salen corriendo.




miércoles, 30 de mayo de 2012

Mañana de miércoles y de café con leche

Entre voces dispersas y no tan lejanas, un miércoles a la mañana Cassandra se despertó. 
Dante dormía. 
Cassandra abrió los ojos y vio que habían dormido toda la noche con la luz prendida. 
Rápidamente se sentó en la cama para apagarla, primero había estirado la pierna, pero el largo de su pierna no alcanzaba para poder apretar el interruptor sin tener que moverse mucho. 
Sentada lo miró a Dante dormir, tan perfecto, tan hermoso, tan desnudo, tan perturbado, tan dantesco, pensó ella. 
Pensó también si al apagar la luz Dante no se despertaría. 
Cassandra apagó la luz. 
La persiana estaba levantada lo suficiente como para que la luz de la mañana que ya estaba entrando por la ventana a la habitación no dejase notar la falta de luz de la lámpara colgada del techo. 
Cassandra lo miró a todo Dante otra vez, acostado desnudo en la cama, desnudo. 
Cassandra lo pasó por arriba y salió de la cama. 
-Me voy a bañar y cuando vuelva te voy a traer el desayuno a la cama mi amor. Perdón por haberte hecho rabiar ayer- susurró y caminó hasta la puerta en puntas de pie. 
Por suerte el suelo en esa habitación está hecho de alfombra, pero lo ruidoso son la llaves, la fricción del picaporte y el rebote del pestillo cuando vuelve a meterse dentro de la pared. 
Cassandra se metió al baño abrió la ducha y se sacó el camisón. 
Una vez que el agua estaba bien cerró la puerta y abrió la ventana del baño, descorrió la cortina y se metió bajo el agua. 
De pronto Dante se despertó. 
Abrió los ojos cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared. 
Cassandra tenía espuma en la cabeza del shampoo y mientras se enjabonaba con los ojos cerrados el jabón se le cayó, y ese fue el ruido que lo despertó a Dante. 
Dante se puso el jean y bajó las escaleras con la remera y las zapatillas en la mano. 
El resto de la casa aun dormía y Dante salió a comprar facturas. 
Caminó de la panadería al supermercado por la vereda del sol, con los ojos entre abiertos, todavía lo suficientemente cerrados como para que las lagañas no lo dejasen ver del todo. 
Entró al super, fue hasta la heladera de los lácteos, agarró dos sachets y al llegar a la caja agarró dos chocolates para acompañar el desayuno. 
Apoyó las cosas en la caja, y cuando la cajera le perguntó si precisaba algo más el  recordó la charla de antes de dormir cuando Cassandra le dijo "no te ensañes con los chocolates y menos si no están rellenos. Si alguna vez querés regalarme algo regalame una taza", 
-Si, si- le dijo Dante a la cajera- ya vengo, me olvidé algo más- y corrió hasta la góndola de bazar donde agarró una taza sopera blanca lisa hermosa y redonda y una taza de vidrio que parecía tallada a mano del tamaño de una taza de té. 
Cassandra cerró la ducha y al sacar el brazo por entre la cortina y la pared se dio cuenta que no había agarrado una toalla. 
En eso escuchó el ruido de la puerta y el ladrido de perro. 
-Amor estás ahí?- preguntó. 
Al no escuchar ninguna respuesta volvió a preguntar. 
-Amor estás ahí?- 
Al no recibir ninguna respuesta abrió la cortina y se secó con la toalla de manos.
Se secó el sexo, las tetas, los brazos, el pelo, por entre los dedos de los pies bajó a la cocina para preparar el desayuno. 
Al llegar a la cocina lo vio a Dante de espaldas sosteniendo una bandeja. "ay mi amor" pensó ella para adentro que no quiso interrumpir la sorpresa y por eso rápidamente subió otra vez las escaleras y se escondió en el baño. 
Dante salió de la cocina  haciendo equilibro con la bandeja del desayuno, las facturas, unas tostadas, queso para untar, dulce de leche y dos tazas nuevas con café con leche, y encaró para la pieza a llevarle el desayuno a la cama, 
-Ya habrá salido de la ducha- pensó. 
Subió uno a uno los escalones lentamente para no volcar nada y cuando estaba por empujar la puerta de la pieza con el pie derecho, se le apareció Cassandra por detrás
-Hola mi amor te ayudo?- le dijo y Dante, una de laspersonasmásasustadizasdelmundo volcó la mitad del café con leche de las tazas en la bandeja del desayuno. 
Dante apoyó bandeja en el suelo. 
Cassandra estalló en carcajadas y dejó caer la toalla. 
Dante entró a la pieza, prendió el equipo de música y mientras esperaban que el café con leche se enfriase para desayunar se amaron el uno al otro entregándose a bailar ese miércoles a la mañana.

martes, 29 de mayo de 2012

Salud: ¿Antes qué? Los libros.


-Bueno Dante la cosa es así. 
Este es uno de esos libros a los que quiero mucho. 
Lo quiero porque si. 
Lo quiero por su nombre. 
Lo quiero porque está usado. 
Lo quiero porque antes que yo, ya lo había leído mucha gente. 
Mirá, tomá, abrilo, respiralo. 
Sentí las otras manos, los otros ojos, los otros dedos, las otras historias, las otras vidas que se han atravesado por aquí. -
Dante la miraba con asombro, pero también con miedo. 
-Cassandra y los libros- pensó;- eso debería ser escrito alguna vez,- se dijo para si, sin escuchar todo lo que ella le contaba lo que le decía, lo que le proponía. Dante se enredó en esa idea de que él fuese quien escribiera sobre ella, Cassandra, y sobre todo sobre ella y su relación con los libros. 
Se imaginó sentado frente a ella grabándola para después desgrabarla y descular si acaso como Borges se figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. 
Pensó en hacerla hablar sobre la biblioteca de la casa en la que vivió cuando era chica, la biblioteca de padres, bibliotecas de amores y amigos, de su relación con ellos, con los libros, con los padres, con los amigos, del amor y del odio. 
De cómo llegó a tener hasta ocho o nueve ejemplares de un mismo libro, y él haciendo un libro sobre ella y los libros, o los libros, pensó él hasta que una lengua tierna y dulce lo despertó caminándole por el cuello y el lóbulo de la oreja derecha, y entonces se despertó del hechizo de haber respirado el libro que Cassandra estaba por pedirle que él se lo dedicase a ella y ella, en el otro lado del libro se lo dedicaría a él, para así poder compartirlo los dos en este mundo en el que las cosas con los años pierden aquella irrealidad.
-Bueno- dijo Dante- perfecto yo te lo dedico y vos me lo dedicás a mí pero primero destapamos alguna bebida espirituosa, en botella obvio, para dar lugar a este bautismo, a esta iniciación, a este ritual de sueños jadeantes-.
-Dale- dijo ella.-¿Te parece un vino que entibie todo?- 

-No bombona,- dijo él, y sacó de su mochila una botella de caña que cargó en su mano izquierda por toda la casa hasta encontrar dos copas pequeñas para servir una medida a cada uno. 
Y así embebidos entre manos, sexo, cuerpo, vida, besos, tiempo, alcohol, amanecieron a la mañana siguiente juntos cuando el sol les arañó la cara por entre la persiana americana, y Dante tratando de bajarla desde el suelo y arrojando una zapatilla desde el otro lado del comedor, sólo consiguió darle Play al botón de Play de la compactera que hacía días  estaba en pausa, y entonces largó a rodar una inconmensurable canción.
Salud!

lunes, 28 de mayo de 2012

Nombre de mujer capicua de tres letras, una vocal que se repite, con una n en el medio. Pista:sinónimo de amor.


"El cuadro de situación es el siguiente:
El saxo sale por el canal izquierdo, la batería y bajo salen por el derecho
por debajo va sexo y por arriba la lluvia" escribió Cassandra en una servilleta,
sentada en la mesa de un bar en la vereda esperando a Dante,  que siempre después de pagar tiene imperiosas necesidades de ir al baño, para volver siempre con el pelo mojado y entonces ella lo mira y le dice, "te mojaste el pelo".
Él asiente con la cabeza y mientras la agarra de la mano y salen a caminar, él mira al cielo y recita "me gusta ganarte de mano".
Ella lo tira del brazo, lo gira delante de ella, ve cómo él se baña de lluvia y contra los labios mojados le dice "you look like rain".
No tienen y no necesitan más nada, ya no pertenecen a nada más que a ellos mismos.
"Todo lo que ata es asesino"* dice Dante sentado en el piso con la espalda apoyada en el apoya brazos del sillón. 
Cassandra mientras tanto cepilla el camperón de viaje. 
La plata ya la tienen, y el bolso para arrancar ya está. 
Dante la mira. 
Cassandra viene y va meditabunda yendo de la cama al living.
Dante se imagina en New York caminando como John y Yoko por el Central Park, el sol de frente colándose por entre los cipreses.
Cassandra sale de la cocina descalza con un vestido celeste, verde y blanco de algodón, está descalza. Se asoma por la puerta, y colgada del marco agitando la cabeza como si fuese ella la bandera de la libertad dice: "Lo decidí, nos vamos a Roma".
"¿A Roma?" pregunta Dante sorprendido ante tal deseo... 
"Si a Roma" dice ella Dante respira hondo. 
Con la sonrisa entre los dientes y mirando de reojo su los dos libros que asoman de la mochila de Cassandra ( de Charlie Feiling, Amor a Roma y de Jorge Lanta Historia de Teller) sugiere también pasar por Venecia.
"Dale, vayamos a Venecia" dice ella " a ver si los cruzamos a Lungi, a Teller y a Hélène"...
"Vos decís que existen de verdad que podemos verlos, cruzarlos, olerlos, tocarlos, tomar unos mates, una cerveza, unos vinos, degustar juntos una pasta una pizza con ellos allá en  Venecia" pregunta Dante sorprendido por la iniciativa de Cassandra, que parece haber mudando de piel.
Dante la miraba como si ya no estuviesen más en esa casa que parecía no ser más de ninguno de los dos sino del tiempo, del pesado y reaccionario pasado.
"yo lo que digo es que tenemos todo para estar aquí allá, y en todas partes" dice ella.
Dante se levanta sonriente y va hasta el tocadiscos sabiendo perfectamente qué quiere hacer sonar. 

Busca entre la pila de discos hasta encontrarlo.
Encuentra el disco, lo saca del sobre, lo pone en la bandeja, corre la púa por sobre las curvas negras, aprieta con el pulgar el botón y la bandeja se echa a rodar.
Ruido de púa, suciedad polvos y paso del tiempo.
Dante camina en medias hasta ella arrastrando la punta de los pies.
Estira los brazos para cortejarla, ella se apuntala esperándolo en el marco.
Cuentan en voz alta "uno, dos, tres".
El pianista arranca la canción, con el sampler de la máquina de ritmo.
Las notas la empujan a ella sobre él y los dos se respiran hondo y en silencio, hasta que la canción zarpa en la puerta de la cocina.
 Dante susurra en su oído, "Ella está por embarcar" y ella marcando el paso,  el pulso, el tempo y siendo carne y hueso la melodía de la historia canta "quizás consiga un pasaje en la borda"...

*parafraseando a Miguel Abuelo

domingo, 27 de mayo de 2012

Pasaje para dos

Sentada en una mesa en el bar de siempre, ahí donde los colectivos doblan a la derecha buscando el sol, Cassandra eligió la mesa de la puerta que da a la ventana que no es avenida.
Bien sabe ella que la barra no es de lo mejor para sentarse sola, atada a su vestido negro con lunares blanco, esa boca roja mía pintada para Dante, que hoy no vino y que parece que ya no viene, y nadie ni siquiera ella (ni mucho menos él) sabe por qué carajo no está ahí en la misma calle, en el mismo bar.
–Qué se le ofrece Srta? – preguntó Mingo.
–Un licuado de durazno con agua por favor. Si es de lata de duraznos en almíbar no hay problema que esté trozado, pero si es de fruta por favor que esté entero en la licuadora y con un poco de piel, que a veces es sabroso y hasta necesario mordisquear una piel–.
Mingo la miró como al pasar buscando robarle una sonrisa dijo – Otra que Sor Teresa–.
Cassandra se sintió interrumpida y sin piedad, replicó. – ¿Perdón? – (Con una P suave, prolongada hacia abajo como arrastrando la e también y terminando el P-E-R-D-Ó-N en la O y la N como un canto, buscando pronunciar como la r y la d del perdón  fundidas y confundidas en los oídos y los ojos de quien escucha, lee o imagina la lengua enredándose sobre si misma detrás de los labios por debajo del paladar cargado de erotismo, insinuación, verbo y sexo)
–Nada– dijo Mingo.
–Mejor así…– siguió Cassandra que enseguida retomó con lo que venía–…y si es con duraznos en almíbar por favor con un poquito de hielo también a menos que el durazno ya estuviese en la heladera–.
–Perfecto. ¿Se le ofrece algo más? – preguntó Mingo cumpliendo con su trabajo, ese noble oficio de quien sabe ganarse la propina.
–Si - dijo ella- abolir la paranoia y un pasaje para dos personas a cualquier lugar…

sábado, 26 de mayo de 2012

El movimiento que gruñe y muge

Sábado a la noche en el que la cabeza amanece cuando la noche se despierta porque los párpados cerraron la función del día antes de las 18.00 habiéndose recostado el cuerpo en el sillón envuelto en sedas de siesta. Y entonces la reapertura del cuerpo tiene lugar en un falso amanecer en el que el sol ya no existe en el cielo porque la ciudad levemente encapotada por una capa de humedad cálida certifica que este otoño el invierno viene primeriando hace rato ya, y entonces las almas todas pugnan por  gritar sus cánticos voraces de la semana serialmente seria en el margen de lo que se ha dado a llamar fin de semana, y Dante ya libre de Virgilio y las catacumbas del insomne desvelo  infernal y los cantos, se entrega en pequeñas dosis a lo que anhela, sea Verbo Mujer…


...una suerte de coronación a este oasis de resurrección a la que Pedrito Miller, cuando se le preguntó, no dudó en decir, "Bálsamo", creo que la palabra correcta es Bálsamo."...


 Pasaron varias semanas hasta que en un cantero Baires (ciudad en la que Adán tuvo lugar en la literatura en manos de Marechal, (y lo  cierto es que los escritores siempre se desvivieron por  retratarla pero no fueron sino los músicos, los únicos capaces y por ello nadie mejor que ellos para haberle fotografiado el alma), una joven llamada Cassandra  dijo mientras esperaba el colectivo…
“…lo interesante de esto que nos pasa es esa sensación de isla…”
Acto seguido Cassandra subió al colectivo y una vez ya sentada junto a la ventana en los asientos individuales pensó en sacar un cuaderno y escribir las diferencias entre sensación y sentimiento, “si es que las hay”, susurró, tosió, respiró hondo y antes de hundirse, fundirse y confundirse en el análisis, se interrumpió: “sí, que la hay”…


Dante volvió a su casa con las manos en los bolsillos, la remera por fuera del pantalón y la camisa a cuadros abierta yendo a contra marcha del fluir de su pelo suelto, largo y desmechado, (gran parte de la maraña por momento lacia y por momentos enrulada), sorprendido y reflexionando por la sucesión de desencadenamientos de lo que de buenas a primeras se podría intentar encerrar, encasillar, minimizar, o rotularlo en una suerte de “Fiebre Grunge” pero que con el correr de las cuadras, las reflexiones y el tarareo de canciones varias agitando la cabeza como un león desatado y emulando una batería con la palma de las manos, primero contra los muslos, para subir por encima de la cadera a los lados de la panza (y entonces sólo entonces si se encontró el ritmo y se está entregado al rito de la mímica, con la certeza de que la canción si está sonando en la cabeza de quien toca, entonces la batería se machaca sobe las costillas), elaboró la idea de que esto que los acomete a varios con el Movimiento Grunge, era plena, imperfecta y pura identificación generacional y colectiva de ciertos roles y papeles socio culturales, de algo que años atrás entró por los ojos, las orejas, el pelo largo, los borceguíes o las converse, las bermudas, jeans gastados, remeras lisas y camisas a cuadros, y que al día de hoy todo es se ha hecho carne, hueso, besos, sangre, voz y piel…
Fue entonces que después de un largo camina lleno de preguntas y repreguntas se sentó en el cordón de la vereda cantando una canción de Louis Severson III llamada Longing to Belong, en consonacia con la maqueta anímico cerebral de corte físico emocional que estaba desarrollando Cassandra, coincidiendo los dos en que todo este florecer estaba ligado a que el perfume colectivo lejos de ser meramente una fiebre, era un (Re) nacer…
(Cabe destacar que el 53,4% de las canciones del movimiento tienen la nota Re como estandarte ya sea en las voces, en los coros, en las afinaciones  y en todo lo demás también).

jueves, 24 de mayo de 2012

Otoño XI en las calles de Anhedonia

La cosa fue así:
El otoño estaba de vuelta y las calles de Anhedonia habían empezado a alfombrarse de oropeles.
Cassandra se pidió un cortado para amenizar la espera mientras garabateaba el cuaderno.
Trazó líneas en diversas hojas cuadriculadas hasta que finalmente se dispuso a llenar cuadrículas para matar el tiempo.
Al rato apareció el mozo, y ella hizo el cuaderno a un lado con la mano derecha mientras que con la izquierda revolvía.
Otoño, escuchó que dijo alguien a su alrededor y ella escribió en su cuaderno:
OTONO:
En mayúsculas, subrayado, y después no pudo escribir más.
Pasó mediahora y de porto llegó Dante, enfundado en estornudos, bufandas, mudas de ropa, y un racimo de disculpas porque el subte no andaba, y entonces tuvo que tomarse dos colectivos, y en el medio además lo atacó la alergia y bueno…
Dante-qué hacés?
Cassandra-además de esperarte? Intento definir el otoño.
Dante-amarillo.
Cassandra-hojas secas?
Dante-no hojas secas no. amarillo.
Cassandra-bueno amarillo no.
Dante-café con leche.
Cassandra-no algo que se pueda hacer sonar.
Dante-una canción.
Cassandra le sonrió enamorada otra vez, y entonces Dante se descolgó los auriculares, cruzó su cuerpo por encima de la mesa, le puso los auriculares a ella, y con un beso en esos labios carnosos con sabor a café con leche.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Quiero decir, vidas dentro de sus propias vidas.


¿Y si en vez de azul, la pava que vió sobre la mesa hubiese sido verde?
“No importa. Lo que hubiera podido pasar no existe”. Así dice Ariadna cada vez que la veo, y si bien hace varias lunas ya que no la veo, siento que hay algo de cierto en eso.; Y hablando de cierto, también los que la vida de una persona, o por lo menos la mía, estuvo signada por determinados colores, como le pasó a Azul, en su nacimiento de un termo a los ojos de una pava Azul.
Quiero decir, vidas dentro de sus propias vidas en las que algunas personas se entregaron y pudieron darse cuenta de la influencia o de estar atravesados por un color.
En cierta medida Dante tuvo un pedazo de vida en el que la neblina púrpura de Hendrix, de ahora en adelante Gypsy Eyes, lo abrazó en cuerpo, y le reconstruyó el alma como nunca antes…
…y fue entonces que a partir de ahí sufrió lo que supo describir como un viento púrpura.
Púrpura porque púrpura era la sensación como así también el sentimiento.
Púrpura como el trance de la profundidad.
Dante que descubrió en viento púrpura la idea de la experiencia como concepto constate.
Dante vio en el púrpura que las burbujas de diamantes no sólo eran burbujas de diamantes en un sentido literal.
Lo púrpura con la guitarra de Gypsy y su voz tan sexualmente brillante.
Dante siempre convida el método de aplicación de letras para sus canciones:
“Gypsy llevaba siempre consigo un cuaderno, un cuaderno de anotaciones, un cuaderno de ideas, un cuaderno de dibujos, una especie de diario.
Si bien información específica sobre desde qué edad empezó a llevar consigo un cuaderno para dejar registro de los devenires de su cabeza, cuentan que los primeros trazo de Gypsy fueron en la casa de sus padres.
De hecho hay todavía algunas fotos de lo que muchos suponen fue lo primero que él escribió con lápiz labial púrpura de su madre en el espejo del baño:
demasiado angelical para ser real, debiste ser un espejismo.
y fue en ese preciso instante que dijo que lo perdonaran, mientras besaba el cielo, arrancó la escoba de las manos de su madre, que hasta ese momento había estado barriendo la casa, pero quedó azorada al ver cómo Gypsy empuñaba la escoba como una guitarra zurda metiendo y sacando la lengua de su boca carnosa, y frotando el labio superior contra el espejo pintándose de ahí un falso bigote al mejor estilo Little Richard.

martes, 22 de mayo de 2012

Ey amor!

...necesitaban dormir, necesitaban dormirse, necesitaban estar dormidos, dormidos los dos, dormidos el uno en el otro, el uno por sobre el otro, el uno por entre el otro. Él había abierto su cuerpo y por razones de fuerza mayor que lo forzaron alguna vez volvió a cerrarse para abrirse de vez en cuando. Ella necesitaba ya no llorar y no urgir en la búsqueda de ese trago fuerte que le secase la sensación de sequedad. Cassandra dormida sobre él ni hizo más que relajarse, y él, una vez que la sintió, suelta, libre, cálida, relajó por fin la tensión de su columna cervical, apoyando la superficie total de su nuca contra el respaldo del sillón cuadriculado con tapizado color ocre. Dante no esperaba que se durmiese  tan rápido, porque uno nunca espera que las cosas sucedan tal cual como debían, y sin embargo así fue. Ella se deshizo en él, y él no hizo más que entender que ya estaba deshecho en ella para volver a ser los dos el uno en el otro y con el otro. -amor perdoname ¡me quedé dormida? perdón no fue a propósito no quise dormirme, de verdad- le dijo Cassandra a Dante, sintiéndose culpable. Dante la miró a los ojos. Es cierto que estaba masticándose las muelas, estaba cansado si, pero no cansado de ella, simplemente que quería acostarse junto a ella y escucharla. Quizás no esperaba que ella se durmiese tan deprisa. Quizás fue por eso que la sonrisa con la que la miraba desapareció cuando ella respiró hondo sumergida en el sueño. Pero también es cierto que verla dormir sobre si, verla quieta,  mansa y en paz, lo descansa también a él. Dante siempre la mira. La mira hasta quedarse dormido, y entonces las horas pasan sin darse cuenta y ya están abriendo los ojos otra vez, y ahí está ella refundando su amor. -Ey amor,- insiste Cassandra sintiéndose entre hipócrita y molesta, aún sabiendo que el sueño la excede- ya te dije que es sin querer no quiero dormirme-. Dante respira hondo. Ella lo mira. Se da cuenta que le dijo mi amor. Se sonroja pero no quiere ponerse seria porque sabe que cualquier repliegue podría originar una trinchera. Ella no tolera el silencio de él y cuando se acerca a él, para chocarlo con sus ojos, el se acerca a ella, le da un beso y le susurra en los labios: - todo lo que necesitamos es paciencia. 

lunes, 21 de mayo de 2012

Recostada en el sillón.

"...si querés podes venir a mi casa" le dijo Dante, "vos dormís en la cama y yo me tiro en el sillón o me quedo leyendo".
Cassandra levantó la vista y lo miró desconcertada pero llena de amor.
Ella no quería dormir sin él.
Ella sabía que él no lo había dicho para no dormir con ella, porque se notaba en sus ojos, en los de él, que quería dejar de tener frío en ese crudo invierno.
"Soy insomne, me cuesta dormirme. Duermo cuando elsueño me baja los párpados" dijo Dante sentado en el umbral mirando el cordón de la vereda mientras la abrazaba con el brazo izquierdo por sobre ella,detrás del cuello, envolviéndola para protegerla y sumirla en las puertas de un sueño conjunto.
Cassandra siguió sin decir que no, porque ella sabía que había esperado ese momento desde la primera vez que lo vio.
¿Que cuándo fue la primera vez que se vieron?
Paciencia.
Porahora vamos y venimos así.
Dante y Cassandra sentados en un umbral de madrugada cagados de frío esperando el colectivo que no llegó. Cassandra se levantó, lo levantó a él y caminaron juntos esquivando el viento frío con racimos de besos desenvueltos encada rincón que los llamase para fundar el amor.
Y así fue que metiéronse en una casa.
Ella casi con los ojos cerrados le dijo " estoy muerta de sueño" y se acomodó en el sillón sobre el esternón de él abrazándolo. Sus últimas palabras antes de dormir fueron "me dejarás dormir al amanecer entre tus piernas" y entonces él respiró hondo, cerró los ojos y también se entregó al sueño.

lunes, 14 de mayo de 2012

Abrazar.

Alguien dijo una vez que librarse a los brazos de otro, podría llegar a desmaterializarlo todo. Idiota. Cómo pudo decir semejante cosa. Como si acaso el abrazo fuese capaz de desintegrar, y por lo tanto construir el debate entre volver o no a su propio cuerpo después de jugar a perderse ahí dentro en la fuerza irreal, suprasensible, suprarreal, la visión cegadora, la sublimación invencible. Por favor
¿Qué es el abrazo? Precisamente eso. Esa sensación. El abrazo fuerte, el abrazo con el alma. El abrazo. La imagen de la cópula donde dos cuerpos se amalgaman y ya no hay brazos porque se han vuelto un todo envuelto entre sí.
Entrebrazos, a los brazos, el acto conjunto en si mismo, como un ritual, un sacrificio, la ceremonia de la entrega ajena y propia. Abrirse con los brazos de otro, en otro, y así también sentir cómo se abre en uno también, una puerta, una ventana, un corazón tan extraño, una llave, entre manos, entre dedos, en rumores subterráneos.
A mí en lo personal me gusta abrazar con las piernas, entre las piedras, la tierra entrelazada, enmarañado, enlazar las voces y la piel en estaciones que lloran y embarrarme con la tierra mojada, enraizado…¿Por qué no? ¿Cuántas maneras hay?, ¿Cuántas formas? ¿Es que acaso buscamos la paz florida de la diversidad, de los COLLAGES y las mixturas o la muerte dosificada en serie de los cementerios?...

Página 26 de Retazos de la casa del viento.
Ezequiel Wolf, 2009.