EZEQUIEL WOLF

sábado, 26 de mayo de 2012

El movimiento que gruñe y muge

Sábado a la noche en el que la cabeza amanece cuando la noche se despierta porque los párpados cerraron la función del día antes de las 18.00 habiéndose recostado el cuerpo en el sillón envuelto en sedas de siesta. Y entonces la reapertura del cuerpo tiene lugar en un falso amanecer en el que el sol ya no existe en el cielo porque la ciudad levemente encapotada por una capa de humedad cálida certifica que este otoño el invierno viene primeriando hace rato ya, y entonces las almas todas pugnan por  gritar sus cánticos voraces de la semana serialmente seria en el margen de lo que se ha dado a llamar fin de semana, y Dante ya libre de Virgilio y las catacumbas del insomne desvelo  infernal y los cantos, se entrega en pequeñas dosis a lo que anhela, sea Verbo Mujer…


...una suerte de coronación a este oasis de resurrección a la que Pedrito Miller, cuando se le preguntó, no dudó en decir, "Bálsamo", creo que la palabra correcta es Bálsamo."...


 Pasaron varias semanas hasta que en un cantero Baires (ciudad en la que Adán tuvo lugar en la literatura en manos de Marechal, (y lo  cierto es que los escritores siempre se desvivieron por  retratarla pero no fueron sino los músicos, los únicos capaces y por ello nadie mejor que ellos para haberle fotografiado el alma), una joven llamada Cassandra  dijo mientras esperaba el colectivo…
“…lo interesante de esto que nos pasa es esa sensación de isla…”
Acto seguido Cassandra subió al colectivo y una vez ya sentada junto a la ventana en los asientos individuales pensó en sacar un cuaderno y escribir las diferencias entre sensación y sentimiento, “si es que las hay”, susurró, tosió, respiró hondo y antes de hundirse, fundirse y confundirse en el análisis, se interrumpió: “sí, que la hay”…


Dante volvió a su casa con las manos en los bolsillos, la remera por fuera del pantalón y la camisa a cuadros abierta yendo a contra marcha del fluir de su pelo suelto, largo y desmechado, (gran parte de la maraña por momento lacia y por momentos enrulada), sorprendido y reflexionando por la sucesión de desencadenamientos de lo que de buenas a primeras se podría intentar encerrar, encasillar, minimizar, o rotularlo en una suerte de “Fiebre Grunge” pero que con el correr de las cuadras, las reflexiones y el tarareo de canciones varias agitando la cabeza como un león desatado y emulando una batería con la palma de las manos, primero contra los muslos, para subir por encima de la cadera a los lados de la panza (y entonces sólo entonces si se encontró el ritmo y se está entregado al rito de la mímica, con la certeza de que la canción si está sonando en la cabeza de quien toca, entonces la batería se machaca sobe las costillas), elaboró la idea de que esto que los acomete a varios con el Movimiento Grunge, era plena, imperfecta y pura identificación generacional y colectiva de ciertos roles y papeles socio culturales, de algo que años atrás entró por los ojos, las orejas, el pelo largo, los borceguíes o las converse, las bermudas, jeans gastados, remeras lisas y camisas a cuadros, y que al día de hoy todo es se ha hecho carne, hueso, besos, sangre, voz y piel…
Fue entonces que después de un largo camina lleno de preguntas y repreguntas se sentó en el cordón de la vereda cantando una canción de Louis Severson III llamada Longing to Belong, en consonacia con la maqueta anímico cerebral de corte físico emocional que estaba desarrollando Cassandra, coincidiendo los dos en que todo este florecer estaba ligado a que el perfume colectivo lejos de ser meramente una fiebre, era un (Re) nacer…
(Cabe destacar que el 53,4% de las canciones del movimiento tienen la nota Re como estandarte ya sea en las voces, en los coros, en las afinaciones  y en todo lo demás también).

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