EZEQUIEL WOLF

miércoles, 30 de mayo de 2012

Mañana de miércoles y de café con leche

Entre voces dispersas y no tan lejanas, un miércoles a la mañana Cassandra se despertó. 
Dante dormía. 
Cassandra abrió los ojos y vio que habían dormido toda la noche con la luz prendida. 
Rápidamente se sentó en la cama para apagarla, primero había estirado la pierna, pero el largo de su pierna no alcanzaba para poder apretar el interruptor sin tener que moverse mucho. 
Sentada lo miró a Dante dormir, tan perfecto, tan hermoso, tan desnudo, tan perturbado, tan dantesco, pensó ella. 
Pensó también si al apagar la luz Dante no se despertaría. 
Cassandra apagó la luz. 
La persiana estaba levantada lo suficiente como para que la luz de la mañana que ya estaba entrando por la ventana a la habitación no dejase notar la falta de luz de la lámpara colgada del techo. 
Cassandra lo miró a todo Dante otra vez, acostado desnudo en la cama, desnudo. 
Cassandra lo pasó por arriba y salió de la cama. 
-Me voy a bañar y cuando vuelva te voy a traer el desayuno a la cama mi amor. Perdón por haberte hecho rabiar ayer- susurró y caminó hasta la puerta en puntas de pie. 
Por suerte el suelo en esa habitación está hecho de alfombra, pero lo ruidoso son la llaves, la fricción del picaporte y el rebote del pestillo cuando vuelve a meterse dentro de la pared. 
Cassandra se metió al baño abrió la ducha y se sacó el camisón. 
Una vez que el agua estaba bien cerró la puerta y abrió la ventana del baño, descorrió la cortina y se metió bajo el agua. 
De pronto Dante se despertó. 
Abrió los ojos cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared. 
Cassandra tenía espuma en la cabeza del shampoo y mientras se enjabonaba con los ojos cerrados el jabón se le cayó, y ese fue el ruido que lo despertó a Dante. 
Dante se puso el jean y bajó las escaleras con la remera y las zapatillas en la mano. 
El resto de la casa aun dormía y Dante salió a comprar facturas. 
Caminó de la panadería al supermercado por la vereda del sol, con los ojos entre abiertos, todavía lo suficientemente cerrados como para que las lagañas no lo dejasen ver del todo. 
Entró al super, fue hasta la heladera de los lácteos, agarró dos sachets y al llegar a la caja agarró dos chocolates para acompañar el desayuno. 
Apoyó las cosas en la caja, y cuando la cajera le perguntó si precisaba algo más el  recordó la charla de antes de dormir cuando Cassandra le dijo "no te ensañes con los chocolates y menos si no están rellenos. Si alguna vez querés regalarme algo regalame una taza", 
-Si, si- le dijo Dante a la cajera- ya vengo, me olvidé algo más- y corrió hasta la góndola de bazar donde agarró una taza sopera blanca lisa hermosa y redonda y una taza de vidrio que parecía tallada a mano del tamaño de una taza de té. 
Cassandra cerró la ducha y al sacar el brazo por entre la cortina y la pared se dio cuenta que no había agarrado una toalla. 
En eso escuchó el ruido de la puerta y el ladrido de perro. 
-Amor estás ahí?- preguntó. 
Al no escuchar ninguna respuesta volvió a preguntar. 
-Amor estás ahí?- 
Al no recibir ninguna respuesta abrió la cortina y se secó con la toalla de manos.
Se secó el sexo, las tetas, los brazos, el pelo, por entre los dedos de los pies bajó a la cocina para preparar el desayuno. 
Al llegar a la cocina lo vio a Dante de espaldas sosteniendo una bandeja. "ay mi amor" pensó ella para adentro que no quiso interrumpir la sorpresa y por eso rápidamente subió otra vez las escaleras y se escondió en el baño. 
Dante salió de la cocina  haciendo equilibro con la bandeja del desayuno, las facturas, unas tostadas, queso para untar, dulce de leche y dos tazas nuevas con café con leche, y encaró para la pieza a llevarle el desayuno a la cama, 
-Ya habrá salido de la ducha- pensó. 
Subió uno a uno los escalones lentamente para no volcar nada y cuando estaba por empujar la puerta de la pieza con el pie derecho, se le apareció Cassandra por detrás
-Hola mi amor te ayudo?- le dijo y Dante, una de laspersonasmásasustadizasdelmundo volcó la mitad del café con leche de las tazas en la bandeja del desayuno. 
Dante apoyó bandeja en el suelo. 
Cassandra estalló en carcajadas y dejó caer la toalla. 
Dante entró a la pieza, prendió el equipo de música y mientras esperaban que el café con leche se enfriase para desayunar se amaron el uno al otro entregándose a bailar ese miércoles a la mañana.

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