Dante dormía.
Cassandra abrió los ojos y vio que habían dormido toda la noche con la luz prendida.
Rápidamente se sentó en la cama para apagarla, primero había estirado la
pierna, pero el largo de su pierna no alcanzaba para poder apretar el
interruptor sin tener que moverse mucho.
Sentada lo
miró a Dante dormir, tan perfecto, tan hermoso, tan desnudo, tan perturbado,
tan dantesco, pensó ella.
Pensó también si al apagar la luz Dante no se despertaría.
Cassandra apagó la luz.
La persiana estaba levantada lo suficiente como para
que la luz de la mañana que ya estaba entrando por la ventana a la
habitación no dejase notar la falta de luz de la lámpara colgada del techo.
Cassandra lo miró a todo Dante otra vez, acostado desnudo en la cama, desnudo.
Cassandra lo pasó por arriba y salió de la cama.
-Me voy a bañar y cuando vuelva
te voy a traer el desayuno a la cama mi amor. Perdón por haberte hecho rabiar
ayer- susurró y caminó hasta la puerta en puntas de pie.
Por suerte el suelo en
esa habitación está hecho de alfombra, pero lo ruidoso son la llaves, la
fricción del picaporte y el rebote del pestillo cuando vuelve a meterse dentro
de la pared.
Cassandra se metió al baño abrió la ducha y se sacó el camisón.
Una vez que el agua estaba bien cerró la puerta y abrió la ventana del baño,
descorrió la cortina y se metió bajo el agua.
De pronto Dante se despertó.
Abrió los ojos cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared.
Cassandra
tenía espuma en la cabeza del shampoo y mientras se enjabonaba con los ojos
cerrados el jabón se le cayó, y ese fue el ruido que lo despertó a Dante.
Dante se puso el jean y bajó las escaleras con la remera y las zapatillas en la
mano.
El resto de la casa aun dormía y Dante salió a
comprar facturas.
Caminó de la panadería al supermercado por la
vereda del sol, con los ojos entre abiertos, todavía lo suficientemente
cerrados como para que las lagañas no lo dejasen ver del todo.
Entró al super,
fue hasta la heladera de los lácteos, agarró dos sachets y al llegar a la caja
agarró dos chocolates para acompañar el desayuno.
Apoyó las cosas en la caja, y
cuando la cajera le perguntó si precisaba algo más el recordó la charla de antes de dormir cuando
Cassandra le dijo "no te ensañes con los chocolates y menos si no están
rellenos. Si alguna vez querés regalarme algo regalame una taza",
-Si, si-
le dijo Dante a la cajera- ya vengo, me olvidé algo más- y corrió hasta la góndola
de bazar donde agarró una taza sopera blanca lisa hermosa y redonda y una taza
de vidrio que parecía tallada a mano del tamaño de una taza de té.
Cassandra
cerró la ducha y al sacar el brazo por entre la cortina y la pared se dio cuenta
que no había agarrado una toalla.
En eso escuchó el ruido de la puerta y el
ladrido de perro.
-Amor estás ahí?- preguntó.
Al no escuchar ninguna respuesta
volvió a preguntar.
-Amor estás ahí?-
Al no recibir ninguna respuesta abrió la
cortina y se secó con la toalla de manos.
Se secó el sexo, las tetas, los brazos, el pelo, por entre los dedos de los pies bajó a la cocina para preparar el desayuno.
Se secó el sexo, las tetas, los brazos, el pelo, por entre los dedos de los pies bajó a la cocina para preparar el desayuno.
Al llegar a la cocina lo
vio a Dante de espaldas sosteniendo una bandeja. "ay mi amor" pensó ella
para adentro que no quiso interrumpir la sorpresa y por eso rápidamente subió
otra vez las escaleras y se escondió en el baño.
Dante salió de la cocina haciendo equilibro con
la bandeja del desayuno, las facturas, unas tostadas, queso para untar,
dulce de leche y dos tazas nuevas con café con leche, y encaró para la pieza a
llevarle el desayuno a la cama,
-Ya habrá salido de la ducha- pensó.
Subió uno
a uno los escalones lentamente para no volcar nada y cuando estaba por empujar
la puerta de la pieza con el pie derecho, se le apareció Cassandra por detrás
-Hola mi amor te ayudo?- le dijo y Dante, una de laspersonasmásasustadizasdelmundo volcó la mitad del café con leche de las tazas en la bandeja del desayuno.
-Hola mi amor te ayudo?- le dijo y Dante, una de laspersonasmásasustadizasdelmundo volcó la mitad del café con leche de las tazas en la bandeja del desayuno.
Dante apoyó bandeja en el suelo.
Cassandra
estalló en carcajadas y dejó caer la toalla.
Dante entró a la pieza, prendió el
equipo de música y mientras esperaban que el café con leche se enfriase para
desayunar se amaron el uno al otro entregándose a bailar ese miércoles a la
mañana.
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