EZEQUIEL WOLF

miércoles, 23 de mayo de 2012

Quiero decir, vidas dentro de sus propias vidas.


¿Y si en vez de azul, la pava que vió sobre la mesa hubiese sido verde?
“No importa. Lo que hubiera podido pasar no existe”. Así dice Ariadna cada vez que la veo, y si bien hace varias lunas ya que no la veo, siento que hay algo de cierto en eso.; Y hablando de cierto, también los que la vida de una persona, o por lo menos la mía, estuvo signada por determinados colores, como le pasó a Azul, en su nacimiento de un termo a los ojos de una pava Azul.
Quiero decir, vidas dentro de sus propias vidas en las que algunas personas se entregaron y pudieron darse cuenta de la influencia o de estar atravesados por un color.
En cierta medida Dante tuvo un pedazo de vida en el que la neblina púrpura de Hendrix, de ahora en adelante Gypsy Eyes, lo abrazó en cuerpo, y le reconstruyó el alma como nunca antes…
…y fue entonces que a partir de ahí sufrió lo que supo describir como un viento púrpura.
Púrpura porque púrpura era la sensación como así también el sentimiento.
Púrpura como el trance de la profundidad.
Dante que descubrió en viento púrpura la idea de la experiencia como concepto constate.
Dante vio en el púrpura que las burbujas de diamantes no sólo eran burbujas de diamantes en un sentido literal.
Lo púrpura con la guitarra de Gypsy y su voz tan sexualmente brillante.
Dante siempre convida el método de aplicación de letras para sus canciones:
“Gypsy llevaba siempre consigo un cuaderno, un cuaderno de anotaciones, un cuaderno de ideas, un cuaderno de dibujos, una especie de diario.
Si bien información específica sobre desde qué edad empezó a llevar consigo un cuaderno para dejar registro de los devenires de su cabeza, cuentan que los primeros trazo de Gypsy fueron en la casa de sus padres.
De hecho hay todavía algunas fotos de lo que muchos suponen fue lo primero que él escribió con lápiz labial púrpura de su madre en el espejo del baño:
demasiado angelical para ser real, debiste ser un espejismo.
y fue en ese preciso instante que dijo que lo perdonaran, mientras besaba el cielo, arrancó la escoba de las manos de su madre, que hasta ese momento había estado barriendo la casa, pero quedó azorada al ver cómo Gypsy empuñaba la escoba como una guitarra zurda metiendo y sacando la lengua de su boca carnosa, y frotando el labio superior contra el espejo pintándose de ahí un falso bigote al mejor estilo Little Richard.

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