EZEQUIEL WOLF

martes, 22 de mayo de 2012

Ey amor!

...necesitaban dormir, necesitaban dormirse, necesitaban estar dormidos, dormidos los dos, dormidos el uno en el otro, el uno por sobre el otro, el uno por entre el otro. Él había abierto su cuerpo y por razones de fuerza mayor que lo forzaron alguna vez volvió a cerrarse para abrirse de vez en cuando. Ella necesitaba ya no llorar y no urgir en la búsqueda de ese trago fuerte que le secase la sensación de sequedad. Cassandra dormida sobre él ni hizo más que relajarse, y él, una vez que la sintió, suelta, libre, cálida, relajó por fin la tensión de su columna cervical, apoyando la superficie total de su nuca contra el respaldo del sillón cuadriculado con tapizado color ocre. Dante no esperaba que se durmiese  tan rápido, porque uno nunca espera que las cosas sucedan tal cual como debían, y sin embargo así fue. Ella se deshizo en él, y él no hizo más que entender que ya estaba deshecho en ella para volver a ser los dos el uno en el otro y con el otro. -amor perdoname ¡me quedé dormida? perdón no fue a propósito no quise dormirme, de verdad- le dijo Cassandra a Dante, sintiéndose culpable. Dante la miró a los ojos. Es cierto que estaba masticándose las muelas, estaba cansado si, pero no cansado de ella, simplemente que quería acostarse junto a ella y escucharla. Quizás no esperaba que ella se durmiese tan deprisa. Quizás fue por eso que la sonrisa con la que la miraba desapareció cuando ella respiró hondo sumergida en el sueño. Pero también es cierto que verla dormir sobre si, verla quieta,  mansa y en paz, lo descansa también a él. Dante siempre la mira. La mira hasta quedarse dormido, y entonces las horas pasan sin darse cuenta y ya están abriendo los ojos otra vez, y ahí está ella refundando su amor. -Ey amor,- insiste Cassandra sintiéndose entre hipócrita y molesta, aún sabiendo que el sueño la excede- ya te dije que es sin querer no quiero dormirme-. Dante respira hondo. Ella lo mira. Se da cuenta que le dijo mi amor. Se sonroja pero no quiere ponerse seria porque sabe que cualquier repliegue podría originar una trinchera. Ella no tolera el silencio de él y cuando se acerca a él, para chocarlo con sus ojos, el se acerca a ella, le da un beso y le susurra en los labios: - todo lo que necesitamos es paciencia. 

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