Con una mano la
abraza, la lleva contra su cuerpo.
Necesita tocarla,
tenerla ahí,
sentir las vibraciones de la sangre dentro de las venas,
saber que es carne y hueso.
Toca su piel porque la quiere viva.
Con la otra mano, se acomoda
y el brazo que la abrazaba se estira más.
Juegan frente al televisor y de espaldas a la música,
“siempre tan selecta con las agujas del reloj”.
sentir las vibraciones de la sangre dentro de las venas,
saber que es carne y hueso.
Toca su piel porque la quiere viva.
Con la otra mano, se acomoda
y el brazo que la abrazaba se estira más.
Juegan frente al televisor y de espaldas a la música,
“siempre tan selecta con las agujas del reloj”.
El le acaricia
los labios,
labios de miel,
labios de ensueño,
labios que él
alguna vez hasta supo dar por muertos.
Ella se escurre inmóvil y sólo
deja ahí su cuerpo, porque sus ojos y su verbo ya están en otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario